martes, 5 de febrero de 2008

Anteros

Ayer, por casualidad, volví a ver tu estela, Anteros. Antes estaba allí, en mitad del campo, bajo el cielo estrellado de las noches manchegas. Ahora yace en un oscuro museo provincial, bajo cuyas sombras pude quitarme las gafas de sol y el sombrero para leer el breve texto que daba cuenta de tu corta vida:

ANTEROS FLAV
AE CILI SERVAS
VERNAE A...E
LIBERTE AN
ORVM XV
H S E S T T L

¡Te fuiste tan pronto Anteros! Años después, todavía jugaban los niños en el atrio de aquella casa, y en el crepúsculo se escuchaban, en el bosque, los últimos trinos de los gorriones. Nadie diría que en aquella comarca viví, alimentándome de tu joven sangre.

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